En el plano mágico, en el reino de Thelema, Leah era reacia a reconocer que había aparecido una nueva Mujer Escarlata y que había ocupado su puesto. La Gran Bestia era una persona, mientras que la Mujer Escarlata era una “función”. Que Crowley, el 22 de julio de 1920, hubiese pronunciado un voto de Santa Obediencia a la Mujer Escarlata, es decir, a ella, era algo que Leah había olvidado o que ignoraba sabiamente. Obediente, Leah doblaba la cabeza y se hacía a un lado dejando paso a su hermana Astrid. «Una palabra respecto a Dorothy. Ella es la Mujer Escarlata, y su éxito, o su fracaso, será muy diferente del de las anteriores Mujeres Escarlata, pues ella es la madre de una nueva raza o dinastía.» Pero en el Café du Dome, donde Leah y Crowley eran muy conocidos, lo único que se decía era que Crowley la había abandonado y se había ido con otra mujer.
Según se iban haciendo los días más cortos, Leah iba de mal en peor.
Estaba pensando seriamente en el suicidio y preparaba su última voluntad mágica. «La vieja era del sensacionalismo ha quedado atrás. La Nueva Era tendrá su sensacionalismo, pero estará basado en la Verdad. En la noche del 28 de septiembre de 1924 me decidí a morir. Pero no pude hacerla porque tenía mucho trabajo por hacer. Es Babalón quien habla. Los thelemitas dispondrán del Libro de la Ley y de sus comentarios para que les sirvan de guía. Mi voluntad de morir es mi voluntad de seguir con vida. Después de todo, en ello no hay contradicción.»
Durante la noche del 3 de octubre se despertó, pensando que había oído una voz que gritaba su nombre: «¡Leah! ¡Leah! ¡Leahh>. Su nombre había sido pronunciado tres veces, clara y desesperadamente. Ella iba a la deriva, adentrándose, cada vez más, en un mar de muerte. «¡Leah! ¡Leah! ¡Leah!» Pero esta voz no era otra que la de Mudd, quien había regresado a Francia, después de una campaña absolutamente desafortunada en Inglaterra a cuenta de la Carta abierta. Estaba completamente enfermo y se hallaba acabado, sólo había podido sobrevivir a costa de defraudar a las patronas, sablear a los pocos amigos y exprimir a sus empobrecidos y desconcertados padres hasta la última libra.
Tu carta y lo que la acompaña [la Carta abierta} fue recibida ayer por la tarde [quien escribe es su padre] y tu madre y yo estamos profundamente preocupados y desalentados por todo el asunto. Esperamos que estés seguro de lo que haces, pues los acontecimientos a los que se alude parecen referirse al período en que estuviste ausente del país, cuando te encontrabas a miles de millas de distancia de tu héroe, y por tanto no pudiste conocer perfectamente los hechos. Si aquello en lo que te basas es exclusivamente su palabra, mucho me temo que te estés agarrando a una caña rota. Bien sabes que nunca nos gustó, y que no sentimos la menor simpatía por su causa. Desde tus días en Cambridge, siempre le vimos como tu genio malo, y tenemos un miedo terrible de que llegue a arruinar totalmente tu vida. En lo que se refiere a nuestro futuro, éste, aun en las circunstancias más favorables, no puede extenderse mucho, por lo que considero que su límite no puede estar «muy distante». Lamento tener que alegar nuestra pobreza y por eso nos contenemos de herir tus sentimientos, pero no creo que debas pedirnos que ayudemos hasta el límite de nuestras fuerzas a un héroe y a una causa por los que no sentimos la menor simpatía. Además, creemos que gastar tiempo, dinero y esfuerzo en apoyar o reparar este asunto tan controvertido no tiene sentido. Mamá está profundamente afligida, y no alcanza a ver siquiera un débil resplandor en toda esta tiniebla... te envía un poco de dinero para que lo emplees en ti...
El «espantajo» Mudd, por lo que yo sé, no se acercó a las oficinas del Sunday Express a acongojar el corazón de James Douglas, impidiendo, con ello, a los thelemitas una especie de victoria moral sobre sus antagonistas: es muy posible que, ya que sus ropas se le caían, literalmente, a trozos, no hubiera podido pasar de la puerta principal. La Bestia debía tener una fe, en los periodistas de Fleet Street, aunque lo más seguro es que estuviese probando, la resistencia de Mudd.
El hermano O. P. V., desanimado por su falta de dinero y por el completo fracaso de su campaña de Inglaterra, regresó a Francia, a vagabundear por las calles de París, en compañía de la ex Mujer Escarlata, la que antes fuera Ramera de las Estrellas, a la que Crowley grabara o dibujara entre los senos la Marca de la Bestia, y le hablaba de las relaciones existentes entre "las modernas teorías científicas y la obra más importante de la época, el Liber Legis. Era «infeliz de manera casi continua, al pensar sobre todo que la Bestia era infiel al Liber Legis 4». Ambos discutían los planes que permitirían la reinstauración de la Abadía. Ambos seguían siendo miembros de la Orden y, al fin, habían recibido instrucciones de la Bestia. Debían encontrar un trabajo: Mudd rehabilitaría el buen nombre de Crowley y Alostrael pasaría a máquina The Confessions, mientras la Bestia se hallaba en su Gran Retiro Mágico con la hermana Astrid. Aunque, en su desesperación, nada les pareciese más difícil de cumplir, y la obra de difundir la Ley algo irreal-la frase es de Mudd-, la Ley de Thelema seguía siendo lo único que les mantenía con vida.
En el diario de Leah aparecen notas de alegría cuando un amigo le da unos pocos francos, o cuando Nina Hamnett le envía diez chelines. También el profesor Mudd se apuntó algún triunfo al vender cuatro botellas vacías de medicinas por sesenta y cinco céntimos, con lo que pudo comprarse algunos cigarrillos.
Alostrael comenzó a caer en la actitud que interpreta todas las cosas desde su aspecto simbólico. Las palabras eran realidad. Todo suceso tenía su significado mágico, cualquier cosa que ocurriera era interpretada como un mensaje de los dioses, de la influencia de los planetas, o de las actividades de las fuerzas benignas o malignas. También ella consultaba diariamente el Yi King y extraía el significado cabalístico de los nombres. Visiones y sueños eran anotados y analizados. Las contradicciones se resolvían fácilmente y aparecían, misteriosamente, donde antes no las había. En su fría habitación de París, Leah se sentaba en posición de yoga y elevaba al cielo sus oraciones mágicas.
Se le ocurrió un plan. Crowley era el Sol, pero Leah era la Gran Madre. Mudd era el Hijo del Sol, nacido de Crowley. Ella realizaría una ceremonia mágica con O. P. V. En un principio, Leah no sabía exactamente cómo debía celebrar la ceremonia. Mudd comenzó a hablarle de los colores de la bandera thelémica: rojo, blanco y marrón, y no negro. «Porque mezclando rojo y blanco con negro y blanco se pueden reproducir los colores originales rojo y blanco, mientras que el negro queda destruido para siempre, al mezclarse con los otros dos, dando lugar a un tercer color.»
5 de octubre de 1924. Me eché por encima la capa azul para ir al cuarto de baño. Entré y me puse mi vestido de color negro y oro. Me resultó extraño que la prenda Íntima que me había puesto, de color blanco, estuviera manchada por la menstruación y por el vino, y que estuviera amarillenta en bastantes zonas (a causa de la diarrea). Comprendí que debía prepararme para la ceremonia, aunque no supiera cuándo podría realizarse. Estaba un poco preocupada por haberme puesto la capa blanca, ya que sólo en aquel momento comprendí el CCXX-Il -versículo 49 lO. La luz Mágica todavía me deslumbra, pero ya me voy acostumbrando a ella, y creo que tendré tiempo para glorificarme en su maravilla.
De repente, se dio cuenta de la naturaleza de la ceremonia que deseaba realizar: unas Bodas Mágicas. A pesar de los Señores de la Iniciación y de la expresa prohibición de la Bestia, se casaría con el herrmano O. P. V. Antes que nada, había que celebrar un Banquete Nupcial Mágico.
Leah llevó a Mudd a un restaurante y encargó té, pan, jamón e higos, que representaban, respectivamente, los colores oro, blanco, rojo y negro. El camarero volvió para decirles que no tenían higos. Éstos les eran absolutamente necesarios, y Leah pidió a Mudd que saliera a la calle para tratar de encontrar algunos. Regresó con uvas negras, por lo que le tocó salir nuevamente. Al final, después de «mucho, muchísimo tiempo», volvió con cuatro higos, nada más. Para entonces, el té ya estaba frío, pero no tenía importancia.
Mudd no tenía la más ligera idea de lo que se estaba fraguando. «Entonces procedí a decirle que todo aquello no era otra cosa que el banquete nupcial, porque el Príncipe había encontrado la zapatilla de Cenicienta y pensaba llevársela a su castillo. Y porque Parsifal, habiendo encontrado su lanza, estaba en condiciones de usarla.»
Posiblemente, Mudd sintió gran alegría, pues su aspiración a casarse con Alostrael, la única mujer que había amado, no le había abandonado. Antes de conocer a Alostrael, «siempre había considerado el matrimonio con cualquier mujer algo absurdo y que no me afectaba», escribió en cuanto se le ocurrió por primera vez: la, idea de casarse con ella.
Cada uno tomó una uva, un sorbo de té frio, una delgada loncha de jamón y un trocito de pan blanco. En cuanto a los higos, que había sido la causa del retraso, no fueron tocados, porque de improviso, le recordaron a Leah la historia de Adán y Eva: cualquier cosa que viniera de la Biblia era para ella algo equivalente a una blasfemia.
Mudd era ahora Parsifal, y Leah le instruyó en el uso de su lanza.
Se veía renacida: los mitos y los cuentos de hadas señalaban un nuevo rumbo a sus vidas. Emplearía toda su fuerza creativa en enseñar a su hijo Parsifal el uso de la lanza, para que luchase por la buena causa.
Pero lo primero que había que hacer era enviarle una carta a Ankhhf-n- Khonsu, el sacerdote de Tebas, encarnación de Crowley durante la vigésimo sexta dinastía. Y Parsifal tuvo que salir, una vez más, para echar la carta al correo. Nada se sabe nada de su contenido.
Parsifal dedicó mucho tiempo a crear la corriente mágica necesaria para contactar con Ankh-f-n-Khonsu. Leah escribió que le llevó toda una eternidad. Siguieron hablando de magia y mitología, y Alostrael utilizó sus poderes de Gran Madre para fascinar e inspirar a Parsifal. Al final, fueron a la habitación de ella para consumar su matrimonio, «en el que rendimos homenaje a Ra- Hoor- Khuit».
Mudd se quedó sorprendido ante la revelación que le hiciera Leah de que él era Parsifal, y durante breve tiempo se sintió reconfortado y feliz. «Babalón me dio la "fuerza de Babalon", que disfruté durante unas horas, en la forma de una tranquilidad de mente poco usual, amén de gran serenidad y de una exaltación general de mis energías.»
Opus 1. Para la difusión de la nueva civilización. Con un hombre que no se sabe quién es, aunque normalmente se llame Norman Mudd.
Permanecieron juntos durante varias semanas, buscando los medios/ y las diferentes maneras posibles de enseñar la nueva religión, cumpliendo todas las órdenes que la Bestia les enviaba desde Túnez, y realizando, con regularidad, los actos de magia sexual que habían llegado a, ser parte de la rutina de la Abadía.
Es muy interesante ahora hacer un parentesis en Ninette, quien después de la partida de Adam Gray Murray, había quedado en la Abadía, a solas con los pequeños, luchaba por mantenerse animada, a pesar de las dificultades extremadamente penosas que la rodeaban. Por si éstas no fueran suficientes, había que añadir otra más: se había quedado embarazada. El padre del «Maestro Bastardo III», como ella llamaba a su cuarto hijo que estaba por llegar, era ese “delicioso muchacho”, Arturo Sabatini. Describió su situación en términos thelémicos: «Me he sentido muy resentida conmigo misma, por quedar otra vez embarazada en contra de mi voluntad, y todavía lo estoy; pero aceptaré al niño, ya que él, al elegirme a mí como madre, no ha hecho sino su verdadera voluntad; y además, haré todo lo posible para darle lo mejor que tenga». Con anterioridad, el 2 de noviembre de 1923, había escrito a Mudd lo siguiente: «Mi plan consiste en irme mañana a Palermo, después del mediodía, con Isabelle [su niña de seis meses de edad] a buscar el material [heroína o cocaína], dejando la casa y los niños al cuidado de Sabatini. Este chico ha sido para mí un regalo del cielo. Es servicial, discreto y sincero».
Se enfrentó con los problemas a los que el hado la había conducido y, en especial, con el más importante de ellos, desconocedora aún del más grave que la aguardaba en un futuro no distante. Si la doctrina de Thelema posee algún significado, éste no será sino el de buscar la «verdadera voluntad» de cada uno de nosotros y, después de haberla encontrado, actuar en consecuencia con ella, es decir, comportarse en armonía con uno mismo. Lo que Apolo, por mediación de su oráculo, había dicho, y que había sido inscrito en una piedra de su santuario de Delfos: «Conócete a ti mismo», venía a ser lo mismo. La carta que Ninette escribe en la Abadía el 15 de octubre de 1924 y que envía a Leah y a Mudd, da idea de lo que había estado haciendo hasta ese momento, estas cartas son extraordinarias:
Mi querida Lala, O. P. V. y los demás, Haz lo que quieras será toda la Ley.
Lala, tu carta de hoy por la mañana me ha llenado de vergüenza y alegría. Es cierto que estaba muy decepcionada de mí misma y de mi futuro, sabiendo que todo se halla en Manos de los Dioses. No hacía más que enfurruñarme, dar coces y sentir lástima de mí misma, engañándome injustamente. Así no se soluciona nada. Y todo permanece igual. He puesto en práctica todos mis recursos para conseguir dinero, pero sólo he reunido lo justo para ir tirando. Tengo una gran curiosidad por saber hasta dónde podría llegar este pequeño juego si me diera por vencida. En mi última carta enviada a O. P. V. figuraba una lista de las cosas que había vendido; desde entonces me he desprendido de los zapatos de Raoul (26 liras) y de dos pares de zapatos viejos de la Bestia, que se ha llevado Perpina [una lugareña], quien sólo me dio por ellos 5 liras y tres kilos de pan. He ido a ver al barón [CarIo, el propietario], se lo he explicado todo, y le he pedido tiempo. Él sólo ha dicho, «domani»; desde entonces han pasado dos «doomanis», y como esta mañana ya no me quedaba nada, he ido a vede, y le he presentado mi súplica. «Imposible, ahora no puedo.» Así que, simplemente, me he quedado un rato, y después más tiempo, hasta que me ha dado diez liras. i El muy cerdo estaba furioso y entonces supe que no me iba a dar la botella de vino que le había pedido! ¡No nos habíamos dignado invitarle a cenar cuando nadábamos en la abundancia! Así que le enviaré las 75 liras que conseguí sacarle durante estos difíciles meses. Seguimos vivos y en buen estado... hasta ahora. Para mañana sólo disponemos de dos céntimos y de la comida suficiente para poder pasar el día despreocupadamente. ¿Cuál será la milagrosa procedencia de nuestro próximo cheque? Diariamente consumimos, a crédito, dos litros de leche, que el lechero aún nos fía, ¡qué buen hombre!
La casa [la Abadía] está muy bonita. Durante el invierno nos hemos cambiado de habitaciones. Yo me he ido a la soleada Cauchemars [la haabitación de la Bestia] y tengo en la habitación de al Iado a Mimí y a Lulette. Howard está en la bodega. He convertido la habitación de V. L. en mi vestidor aunque he dejado en ella el escritorio, con todo su «papeleo», fuera del alcance de los pequeños.
Soy la futura madre de un bastardo de buena salud que me propina patadas, y que debiera dar a conocer su sexo, según lo previsto, en el mes de marzo. Espero que esto no asuste a nadie, a pesar del aviso que recibiera en cierta ocasión de que no fuese tan indulgente con mi pasatiempo favorito: prometo tenerlo un poco más en cuenta en posteriores ocasiones.
Le he dado muchos abrazos a Isabella.
P. S.: Sigo sin tener sellos para poder enviaros esta carta. Hoy ha sido el peor día de toda esta crisis. Mi ánimo ha alcanzado una cota de depresión sin precedentes. El tremendo estancamiento y la persistencia de nuestras dificultades me hacen desear tanto un cambio que hasta la prisión sería bien recibida: llevo dos noches de insomnio. Me cuesta trabajo hasta respirar, por lo que tengo que hacer cualquier cosa que me impida pensar en ello. Arturo y yo hemos estado discutiendo tanto que le he echado de la Abadía. Ha demostrado más falsedad e impertinencia de la que puedo aguantar. No pensé que volviera a verle de nuevo: había salido a pasear después del mediodía, y cuando he regresado me lo he encontrado en casa, dando a entender con sus acciones y su mirada que se había «reformado». Había traído provisiones: un poco de café, azúcar, queso, pan francés y queroseno. Santa Claus no lo habría hecho mejor. ¡Dios, qué bien me sentó aquel detalle! Supuso todo un cambio y llegué a sentirme con la vivacidad de un mono, y el muchacho se alegró de nuestro contento. Parecía como si llevara seis meses en una prisión, con sus mejillas hundidas y su cara pálida. Sin poder trabajar, a causa de un divieso que le había salido en la mano derecha, y sin hogar, que había abandonado por completo, los tiempos para él no han sido fáciles.
¿Podéis imaginaros a lo que nos supo aquel café y el pan francés? ¡Llevábamos meses sin probar el café! El pan que mojábamos en la leche se nos había hecho intolerable. Tomé el café con una sensación de reverencia, como si se tratara de Ambrosía enviada por los dioses; y eso era precisamente. En lo referente al queroseno, son las 8 :30 y dispongo de luz para poder escribir. Todos estos días me iba a la cama a las seis de la tarde.
Lala, quizás esté loca, pero me siento feliz. ¿Quizá las buenas cosas nunca vengan solas? ¿Y mañana tengamos noticias, dinero, quizá visitas? Mi sangre circula nuevamente y respiro con más facilidad.
¿Qué estás haciendo en París? ¿Vas a venir por aquí? Me gustaría cuidar de ti.
Carlo le dijo a Arturo que estaba cansado de que siempre estuviera pidiendo y que iba a echarme a primeros de enero. No hay duda de que intentará todos los trucos sucios que se le ocurran.
Howard recibió una caja muy grande con ropas de Helen [Fraux], sin ninguna misiva que la acompañara. Ahora está bien provisto para el invierno y puede ir a la escuela, en lo que a ropa se refiere. No sé qué hacer con las más pequeñas.
Lulú me pregunta por qué no la abrazo y la aprieto como tú hacías. A ella le gusta mucho y yo nunca se lo hago.
También le gusta hablar mucho, nunca se para y razona increíblemente bien. Ha aprendido a ir sola al Umbilicus [la guardería] o al cementerio. Jane Hera [apodada «Mimí», de dieciocho meses] tiene problemas con el estómago, la cara pálida, un temperamento infernal y siempre anda malhumorada. También sabe andar sola, como un pato mareado, y se va muy lejos, por lo que no resulta nada divertido traerIa de nuevo a casa.
Tengo bien claro que los nuevos bastardos son asunto exclusivamente mío, y nada halagüeño, si uno se pone a pensar. Os envío mi amor, a vosotros y a todos los vuestros cuando los escribáis a Londres.
¿Hasta dónde va a llegar esta vez? ¿A dónde nos dirigimos? La Bestia parece estar tan ciego como yo.
Re[ cuerda] lo que se ha quedado en la casa. Hay dos cajas grandes que nunca os he enviado por carecer del dinero suficiente para ello. O. P. V. me dijo que se las enviase a Agnel para que las guardase, hasta que él le dijera lo que había que hacer con ellas. En ellas, entre otras cosas, están el Altar de Bronce, la alfombra masónica, las espadas de pega, formularios de Neófito, ya rellenados, que tendría que enviar por correo, pero que no me es posible, y cuadros sin bastidor. También «Leda y el cisne» (que han sufrido terribles mutilaciones a manos de Lulú) y el rostro de un hombre mayor (demasiado grande para caber en una caja).
He metido en estas cajas todo lo que he pensado que era de valor y que se encontraba en la casa.
Prácticamente, todo ha quedado metido. Veréis que dentro hay cosas que no tienen ninguna utilidad, pero que eran necesarias para que las cajas no estuviesen medio llenas. Sólo es cuestión de disponer de 30 liras para enviárselas a Agnel. Si consigo vender la mesita para el té que todavía anda por aquí, podré echarlas al correo. No es cuestión de ir a empeñar las joyas por ellas.
Para complacerte en lo último que me decías recorrí toda la casa, para cerciorarme de si todo había sido empaquetado ... Quedaban las obras completas que la Bestia tiene para su uso personal, los ejemplares del Liber LXI (el que se entrega a los que quieren ser Neófitos de la A:. A:), del Liber VII (uno de los Libros Sagrados de Thelema), varios libros de Shakespeare y La Caza del Snark. Éstos, que son todo lo que él puede necesitar, los enviaré por correo. Cualquier otra cosa o se ha perdido, o está en las dos cajas antes indicadas.
Ninette a Leah: 17 de noviembre de 1924.
Mimí tiene el estómago bastante mal, y aunque me parece que mejora, todavía no puedo juzgar. Lo único que esto va a conseguir es que la pobre niña se convierta en el ser más aprensivo que jamás haya conocido. No puedes imaginarte los alaridos que daba; los demás estábamos desquiciados.
Lulú salió corriendo hacia el Umbilicus en busca de un poco de tranquilidad, y Mimí se quedó dormida, de puro agotamiento. Anuro cuidó de todos nosotros, compartiendo lo que tiene, ayudándonos, en suma. Pero oye poco, tampoco ve mucho y, por si fuera poco, le ha salido Un divieso en un pie que le impide caminar.
¿Cuándo te veremos de nuevo? Querrás a Lulú: en cierto modo está muy mayor, y no es consciente de su dulzura, aunque, por lo general, se refiera a ella misma con los términos de «la dulce y pequeña Lulette». ¿Te escribes con Alma [la hermana de Leah] y has conseguido que acepte algunas de tus ideas? ¿Qué ha hecho con Hansi? ¿Le ha enviado a la escuela . Por favor, toma un poco en consideración mi idea de abandonar esta casa a primeros del próximo enero, antes de pagar de nuevo su exorbitante alquiler. .. Para lo que me queda de embarazo y de estar aquí, creo que debería ir a otro sitio, en la propia Cefalú, que fuese más pequeño. Por favor, dame tu parecer.
Bueno, Hera Jane se acaba de despertar y ya comienza a quejarse nuevamente, tirando todo lo que encuentra dentro de la habitación, rodando por los suelos, chillando como si la despellejaran en vivo. Ciertamente debe de estar mejor. Nunca había visto un temperamento similar en un ser tan joven -sólo el cielo sabe en lo que acabará convirtiéndose-- y si sólo fuese cosa de poco tiempo, hasta podría llegar a ser divertido. Una zurra no le hace gran efecto: se agita con la audacia de un espíritu malvado; y no se doblega a nada si no es por la fuerza. Cuando está en un buen momento es de un carácter muy dulce, pero no deja de ser altanera y testaruda y de hallarse dispuesta a sentirse ofendida por la menor cosa. Será tan distinta a nuestra dulce Lulette como sus padres.
Isabella Isis Selene Hécate Artemis Diana Hera Jane, Mimí en diminutivo, tenía un temperamento muy fuerte. Pero todavía no había llegado lo peor al parecer
Otra carta de Ninette a Mudd, sin fecha, pero posterior a las tres que ya se han reseñado, presenta unos caracteres más depresivos. ¿Por qué no cogió la niña y se la llevó? Ninette no era persona que careciese de inteligencia o de fuerza de voluntad. Lo que no tenía era un lugar a donde ir, o conocidos y amistades que pudieran darle abrigo a ella y a los niños. La explicación más plausible es que su amor hacia la Bestia, su filosofía y el extraño mundo en que él se movía exigían todo su ser.
“Y no había sacrificio que ella no estuviera dispuesta a hacer por su causa. A finales de noviembre de 1924, Mudd le había enviado 450 francos, que al cambio le supusieron 507 liras. Cuando Marino se enteró, me siguió a la oficina de Correos, con intención de detener el pago si no percibía una parte. Me negué a ello enfurecida, y entonces discutimos. Vino esta mañana a discutir amistosamente, y me vi obligada a claudicar. Se llevó el escritorio de la Bestia, entregándome 50 liras, ya que el resto lo había deducido de la factura. Spallino se llevó la mesita para el té, que valoró en 150 liras de las que se quedó con la mitad, que era a lo que ascendía el importe de la factura que le debía.
Y al final no tuvimos para la carne, los huevos, el té o el café. Todo eso era difícil de conseguir. .. sólo pude conseguir pan a crédito. Si no vendo nada, mañana no tendré ni carbón de madera ni queroseno. Bestia me dijo que esperase, que iba a recibir dinero en seguida. Creo que debía darle algo a nuestro lechero, no vaya a ser que nos corte por completo el suministro. Nunca hemos sufrido tanta hambre ni nos hemos visto privados de tantas cosas. Howard es el único que está un poco pálido, y por su aspecto parece necesitado de carne roja. Yo me encuentro bien, pero a estas alturas estoy terriblemente harta de lo mal que va todo. Yo supongo que tú andarás mucho peor que nosotros. Tus cartas menudean. ¿No tienes, ni siquiera para un sello, con el que enviamos una breve nota?
Puedo mantenerme con una libra semanal, si rebajo un poco los gastos, que viene a equivaler a 100 liras. Y lo mismo es aplicable a Mimí. La casa está demasiado fría para que pueda mejorar su estado. No puedo hacer que entre en calor ni siquiera en la cama.
El año nuevo de 1925 llegó rápidamente, y Ninette y los niños seguían en la Abadía. Las posesiones más valiosas de la Bestia, los manuscritos de sus obras y sus pinturas habían sido empaquetados en dos cajas de gran tamaño, tal y como Ninette contase a Leah en su carta del 9 de noviembre de 1924. Por mediación de Agnel fueron enviados a un lugar seguro, posiblemente a Gilbert Bayley, en Londres. Las autoridades aduaneras británicas abrieron las cajas y no les gustó lo que vieron quizá les gustó demasiado, pero pensaron que era demasiado bueno para que lo viese el público, como por ejemplo el poema Leah Sublime; y si ha llegado a nuestras manos debemos agradecérselo al devoto Mudd, que lo copió diligentemente con su letra de estudioso en uno de sus libros de notas. La Aduana confiscó todo el envío.
El 7 de marzo de 1925, Leah, que se hallaba en Sidi Bou Said, en la costa de Túnez, escribe a Mudd, que sigue en Londres:
Esperamos ansiosos que nos comuniques las noticias definitivas de lo que ha pasado en la Aduana. Barran sugiere que vayas a ver al jefe de Aduanas del Ministerio de Comercio. No pierdas tiempo. Da a entender que, aunque parte del material enviado pueda parecer pornográfico al hombre que ha recibido una educación convencional, en realidad no lo es.
Recuerda que las Aduanas no podrán retenerlo indefinidamente. A no ser que armes un buen embrollo se dispondrán a destruido de inmediato. Envíanos inmediatamente un informe de tu entrevista con el jefe de Aduanas. Si no te resultara satisfactoria, ve al funcionario del Ministerio que está encargado de la documentación del servicio de Aduanas. Habla con su secretario personal y consigue una entrevista.
Es difícil que el muerto de hambre, andrajoso y, por aquel entonces, ya demente, de Norman Mudd, viera al ministro o a su secretario personal y le expusiera su caso; y todo aquel material relacionado con Thelema: escritos, libros, fotografías, periódicos, pinturas, etc ... fue, a su debido tiempo, destruido por orden de un oficial de las Aduanas de Su Majestad, que no era consciente de todo aquel acervo de arte, literatura y libertad. Barron, (William George Barran) era un nuevo discípulo.
Ignoro cuándo y en qué circunstancias Ninette abandonó la Abadía del Haz lo que Quieras.
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Anno IVxvi Sol 15° Capricorn, Luna 1° Taurus Dies Lunæ
lunes, 05 de enero de 2009 e.v. 12:12:37
"Do what thou wilt shall be the whole of the Law." - AL I,40
"Love is the law, love under will." - AL I, 57