Enmarcando este comentario en los años que estamos revisando y el eventual quiebre que se producirá, es necesario hacer un paréntesis en la vida de Leah, para comprender los hechos paralelos que irán escribiendo los capítulos de sus próximos años. Además, en el camino de comprender su vida y obra, es fundamental captar el abismo que se abriría dentro de su corazón a partir de los acontecimientos aquí relatados, los cuales son, solo un largo prefacio de lo que está por venir.
En el verano de 1922, un estudiante de Oxford llamado Raoul Loveday, se casaba con una modelo londinense conocida en los círculos de la bohemia como Betty May. Una noche, cuando Raoul y Betty estaban en un café del Soho llamado The Harlequin, Betty Bickers se acercó a su mesa. La conversación derivó hacia la magia, y la señorita Bickers dijo que Crowley estaba viviendo en su casa, y se ofreció presentárselo a Raoul. (En la fotografía Raoul y Betty May).
Este, entusiasmado, pues en los dos últimos años se encontraba estudiando su obra, quería conocerlo de inmediato. No obstante su mujer no lo estaba, pues ya lo había visto en 1914 en el Café Royal sacando una impresión muy poco favorable.
Intentó disuadirlo, pero Raoul se fue con Betty Bickers inmediatamente. Se demoraría tres días en volver, con un aliento que apestaba a éter. Según Symmonds“al fin estaba haciendo todas aquellas cosas que durante tanto tiempo había estado soñando, y buscaba el fuego informe junto al mayor mago de todos los tiempos, el Maestro Therion”.
Crowley veía en Loveday el designio de los dioses, con un concepto mucho más elevado que el de Neuburg, Achad, o Russell.
Betty May no tardaría en descubrir que Raoul estaba más casado con Crowley que con ella.
A mediados de octubre de 1922 la Bestia después de invitar a Betty Bickers a seguir un curso completo en la Abadía, partió hacia Cefalú. Antes de realizar el viaje, utilizó uno de sus libros sagrados consultándolo como oráculo, y lo que contestó aquel fue horrible: “Aniquilación hasta el abismo”. A pesar del éxito en Londres, al haber publicado The Diary of a Drug Fiend, regresaba solo con veinte libras. Comenzó a diseñar otra de sus grandes obras su Autohagiography, dictando enérgicamente la historia de su vida a Leah y Jane Wolfe.
Raoul y Betty partieron hacia la abadía financiados por Robinson Smith. Según Betty la Abadía de Thelema era el último lugar al que hubiera deseado ir, y la Bestia la última persona a la que le hubiera gustado ver. El 26 de noviembre se encontró con Crowley quien le dio con la puerta en las narices al no contestar al saludo thelémico “Haz lo que quieras será toda la Ley”, con su corolario, “Amor es la Ley, Amor bajo el dominio de la voluntad”.
Betty encontró extraordinaria la abadía, o más bien la parte que se encontraba ocupada por el templo, en la gran sala de la entrada, con su altar y el círculo mágico pintado en el pavimento. Ninette le pareció patética, y la describe como una pobre criatura de aspecto asustadizo, “que daba la impresión de estar siempre aguardando un golpe, con la seguridad de que nunca conseguiría detenerlo”. En cuanto a Leah, que apareció un poco más tarde, esta es la descripción, según sus propias palabras, que hace de ella:
“La puerta se abrió súbitamente. Una mujer alta de rostro demacrado, vestida de pies a cabeza con una túnica escarlata, abrochada solo en el cuello, y con una capucha monacal que colgaba de su espalda, se deslizó lentamente hacia nosotros. Sus inmensos ojos oscuros nunca dejaron de estar posados sobre los míos. En mi estado de excesivo cansancio, me sentí fascinada por aquellos ojos. Me sentía igual que si estuviese mirando un negro abismo".
El mismo día la bestia admitió a Raoul como neófito de la A:.A:. quien tomó el nombre de Aud, que significa “Luz mágica”. De tal manera, comenzaba su caminar en el sendero de la magicka y su ascenso hacia las estrellas.
Las descripciones que hace Raoul de la vida en la Abadía son muy interesantes, y fundamentales para captar todo lo que va a suceder a posterior, el comenta:
“El pueblo es muy bonito, un grupo de casas de color limón que descansan entre las zarpas de una titánica roca, que ha adquirido la forma de un león agazapado…
El resto de la mañana, como es habitual, fue empleado de la siguiente forma: las mujeres cocinaron, hicieron la compra y las demás ocupaciones propias de ellas, mientras que los dos hombres, Crowley y yo, estuvimos escribiendo. El numero 666, que es atribuido, desde el punto de vista mágico, al Sol, también es el de la Bestia, que afirma ser el vehículo de la energía solar.
Ese aire tan sutil me ha abierto tremendamente el apetito. La comida del mediodía consistía en carne, fruta y vino siciliano, bastante fuerte… empleamos nuestra primera tarde en algo que me gustaría dar a conocer a todos aquellos que dicen que los habitantes de la abadía pierden el tiempo en ocios y diversiones malsanas; pues no hicimos otra cosa que escalar la Gran Roca. La bestia, que es un montañero afamado, nos ha guiado en cordada hasta un contrafuerte de roca dura, mientras que nosotros dos sujetábamos de las cuerdas y serpenteábamos detrás de él. Seguimos subiendo cada vez más arriba, hasta llegar al lugar en que se levantaba la ciudad antigua, con el templo dedicado a Júpiter y los baños de Diana, reducidos hoy a magnificas ruinas. Té fuerte a nuestro regreso: estábamos famélicos. Y a continuación, el ritual del pentagrama
Este consistía en pronunciar en cada uno de los cuatro puntos cardinales, pero procurando que su sonido fuese vibrante, los nombres tradicionales de Dios y Sus arcángeles. El fin principal no es otro que expulsar las influencias malignas, encerrándose uno mismo, como si dijéramos, en una fortaleza consagrada, ocupada y fortificada por los nueve Nombres…
Después hubo paseo, ajedrez y un poco de música de mandolina, y a eso de las nueve en punto, todos nos fuimos a la cama, a leer o a dormir, según gustos”.
Prosigue el día siguiente - El hecho es que este juego (se refería a una especie de rugby) requiere una gran destreza, por lo que acabó con nosotros, que vimos con alegría la ocasión de interrumpirlo cuando llegaron Hermes y Dionisio. Debo decir que no se trataba de los dioses, ni de que los hubiéramos “invocado para que se hicieran visibles”, sino de los dos niños, de cinco y seis años respectivamente, que aparecen citados como personajes en The Drug Fiend, que tanto revuelo está haciendo en Londres. La bestia había decidido llevárselos a escalar un pináculo rocoso que se halla aislado, no muy lejos de aquí, mientras el resto de nosotros seriamos sus espectadores. Ya me había extrañado un poco verlos invariablemente descalzos, gozando de plena libertad. Pero cuando les vi escalar, me quedé sorprendido y admirado, no tanto por la técnica o la destreza con la que aquellos menudos dedos de sus desnudos pies se plantaban sobre las grietas más pequeñas, sino por la inteligencia que demostraban. Nueve de cada diez niños, incluso si hubieran sido convencidos para cobrar ánimo y ponerse a escalar, habrían depositado toda su confianza en la manera de gatear y en la Fortuna. Pero estos dos buscaban, encontraban y verificaban todos los asideros posibles para sus manos y pies. Mostraban tal sangre fría y seguridad en sí mismo, que aquella experiencia me permitió vislumbrar la validez del Haz lo que quieras, como un método de educación infantil.
El resto de la semana transcurrió, más o menos, del mismo modo. Lo que más me impresionó de todo ello fue la sensación de bienestar físico y la alegría. Era muy diferente de lo que esperábamos encontrar, a juzgar por lo que, antes de abandonar Londres, nos habían dicho los amigos, con aliento entrecortado. Y ahora, Inglaterra nos parecía tan lejana que temblábamos ante la idea de tener que regresar a ella. Habíamos encontrado la sabiduría”.
Los niños de la abadía eran observados para establecer el tipo de ciudadanos en que iban a convertirse. Por tanto se les dejaba que descubriesen por si mismos su camino a su verdadera voluntad. (En la fotografía el actor Pasha Stroud, como Howard Shumway, para la película de Vincent Jennigs, Abbey of Thelema 2007).
A contrario de esta opinión, Alma Hirsig cuando escribe con el seudónimo de Marion Dockerill, comentaba que los dos pequeños, Hansi y Howard, que correteaban alrededor de la abadía en busca de su verdadera voluntad, nunca llegaron a encontrarla, o si la encontraron, fue en una versión maligna y mezquina. Y dice lo siguiente del hijo de Leah:
“Tomó el habito de fumar cigarrillos a la edad de cinco años, y estaba “tan colgado” que nunca le vi sin uno de ellos en la boca. Estaba creciendo débil, enfermizo, raquítico, a pesar de tanta vida al aire libre y tantos métodos primitivos. “¡Déjame en paz!” Gritaba blandiendo un bastón. “¿No sabes que soy la bestia numero dos y que puedo despedazarte? ¡y lo hare! Te echaré al mar. Estoy dispuesto a convertirme en la Gran Bestia del Apocalipsis cuando muera Crowley, y entonces partiré a dos al mundo.”
Los hombres se afeitaban la cabeza, dejándose un rizo fálico sobre la frente, y las mujeres tenían sus cabellos de color rojizo o rubio: se trataba de una forma de simbolismo thelemita. El rizo sobre la frente representaba la energía mágica de Horus o la de los cuernos de Pan, mientras que el cabello rojizo o rubio era atributo de la Mujer Escarlata. Las mujeres llevaban una túnica holgada y larga de color azul brillante que les cubría desde el cuello hasta el tobillo, y cuyas mangas iban menguando del hombro a la muñeca. Este hábito iba ribeteado de escarlata, y estaba provisto de capucha y de un cinturón dorado. Aparte de estos detalles, todos debían llevar un diario mágico que debía ser enseñado a la bestia.
A las semanas el estado de salud de Raoul empeoró rápidamente. Betty pensó que la enfermedad de su marido era debida a las drogas y a la sangre del gato, Mischette, que según su narración de los hechos había sido sacrificado y cuya sangre habían bebido. Es decir, Raoul, se había envenenado. Estaba muy preocupada y discutió el asunto con la bestia que consultó el horóscopo del hermano Aud. Su expresión se hizo más grave y taciturna. En aquel momento, Raoul, volvió en sí, y miró por encima del hombro de su maestro “parece que has de morir el 16 de febrero a las cuatro en punto” anunció Crowley.
“Súbitamente, oí ruidos de vidrios rotos y golpear de sillas, etc. De repente, Betty comenzó a gritar, a jurar y a arrojar cacharros de cocina, etc. al Caballero Custodio de la Santa Lanza, que le pedía que discutiera la situación tranquilamente con él y los demás, fuera de la habitación del enfermo (Raoul), en la que había una lámpara de petróleo, así como una estufa, también de petróleo. Entonces me fui a la habitación y encontré a Betty dando patadas al C.C. de la S.L., que la tenia sujeta, porque sufría un violento ataque de histeria. El hermano Aud se levantó de la cama, incapaz de tenerse en pie. En ella había varias botellas y un vaso, todos rotos. Intenté mantenerle apartado de aquellos dos; Betty se abalanzó sobre él, y después de unos diez minutos pudimos sacarle de la habitación y llevarle a otra más tranquila”.
Betty hizo sus maletas y se marchó de la abadía. Leah llegó al hotel de Cefalú donde estaba alojada con una carta de su esposo intentando disuadirla para que volviera. Consiguió el cometido, pero en el intertanto ocurrieron una serie de hechos. Betty envió una carta al cónsul británico en Palermo acusando a Crowley de toda clase de excesos, sin embargo al llegar a la Abadía y tras una reconciliación general, envió una nueva carta retractándose de los dichos.
Raoul estaba entrando en una crisis, cada vez peor, el doctor del pueblo, diagnosticó enteritis aguda. Crowley envió un telegrama a los padres de Loveday informándoles del alarmante estado de su hijo. Dos días después, el 16 de febrero de 1923 Raoul Loveday moría. La anotación de Crowley en su diario dice así: “Die Veneris, hacia las 4 p.m. el hermano Aud murió de paro cardiaco”.
El cuerpo fue colocado en un ataúd. Betty observó que las mejillas de la bestia estaban llenas de lágrimas. El cadáver fue enterrado en el cementerio local consumándose todos los rituales respectivos según la triste ocasión, Raoul en su convicción, vivió durante un tiempo como thelemita, y ahora le correspondía morir como tal.
Después de esto, sobrevino una crisis aun más grande. Crowley pasó tres semanas seguidas con fiebre excesivamente alta. Al recobrar la conciencia, se dio cuenta que la abadía había quedado reducida a tres miembros originales, la Bestia, Alostrael y Cypris. Esta es además la época donde se empiezan a publicar con mas tenacidad en el Sunday Express y sobre todo en el John Bull una serie de injurias contra del Mago, muchas, sino todas absolutamente excesivas e injustificadas. De este periodo es el adjetivo que lo haría célebre por los años venideros “Mago de la perversidad” y el más famoso de todos, “El hombre más perverso del mundo”.
Si esto no fuese poco, se acababa de implantar en Italia el régimen de Mussolinni, y las sociedades secretas habían sido declaradas ilegales. La corriente de magia negra todavía se dejaba notar sobre la Bestia y la Abadía, pues una orden extendida desde el mismo ministro del interior declaraba su inmediata expulsión de suelo italiano.
Crowley observó que la orden, solo afectaba a Crowley, con lo que dejó a Ninette en la Abadía al cuidado de los niños. El 1 de mayo de 1923, la Bestia y su Mujer Escarlata Alostrael, abandonaron Cefalú y llegaron a Palermo. Al día siguiente, cruzaron el Mediterráneo para dirigirse a Túnez. Al tiempo aparecía Norman Mudd, el hermano Omnia Pro Veritate que llegaría a ayudar a Ninnette en la Abadía.
Se dijo que los habitantes de Cefalú se sintieron muy afligidos al enterarse de la expulsión de la Bestia. Había animado considerablemente su pequeña población...