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"TODOS TENEMOS UN GRIAL... Y YO HE ENCONTRADO EL MIO".

domingo, 23 de noviembre de 2008

XI.- Espíritu errante…«La razón también es una mentira».

El dinero que les quedaba, lo que enviaron a Mudd, ascendía a 800 liras: “Espero que lo hayas recibido sin ninguna complicación y que tendrás el suficiente sentido común para abandonar Túnez, aunque sólo sea para irte a París». Ya que Leah era la Mujer Escarlata de la Bestia 666, se consideraba la Madre de Mudd por todo lo que concernía a Thelema, y siempre le estaba dando su parecer acerca de cómo debía comportarse. En esta ocasión, le habló de la necesidad de «poner a Norman Mudd fuera de tu vida, para que no interfiera con tu trabajo, y de negarte a hablar de Aleister Crowley, el hombre, con nadie, y especialmente, contigo mismo, Norman Mudd».

Gracias a las 800 liras de Leah, Mudd consiguió decidirse a abandonar Túnez, como nos lo revela la siguiente carta que le envía Leah: «Me alegra saber que te decidiste a irte. Éste es el momento de la obediencia ciega a tu Padre, la Bestia 666 y sazona este consejo con una máxima del Líber Legís: «La razón también es una mentira».

La siguiente carta que Leah, desde la Abadía de Cefalú, le envía a la Bestia, que se halla en París, está fechada el 18 de enero de 1924:

"Te envío, junto con ésta, una carta de V. L. (Murray) y otras dos de todos modos. En cierto modo, me encuentro muy feliz, aunque no consigo hacer gran cosa. Me canso con mucha facilidad. (Los niños están muy bien, aunque todos ellos tosen. En invierno este lugar es una maldición. No soy capaz de aumentar mi vigor. Durante la pasada noche, el Pentagrama estuvo de primera, lo mismo que Ninette y la invocación a Amón, algo fenomenal. Rogué un poco de silencio después de aquello y tuve la misma escena [visión] de unas hojas livianas y pedunculadas que transportaban unos enormes pájaros”.

Tres días más tarde, Leah escribió nuevamente a la Bestia, a la que da el tratamiento de «Grande y Bujarrona Bestia», lo que muestra que su temperamento sereno comenzaba a derrumbarse de nuevo. «Sigue lloviendo a mares, y Sabatini, que es nuestro muchacho errante, no llegó ayer, tal y como esperábamos. Así que nos quedan 5 liras.» La situación que reinaba en la Abadía era mala y fue haciéndose peor, a pesar de las observaciones, un tanto optimistas, de Leah. Sin embargo, como dice Symonds “uno no puede sino preguntarse qué estaban haciendo todos los ocupantes sin el abad, aparte de practicar los rituales de la nueva religión y de una manera poco metódica”.

A principios de 1924, la Abadía estaba ocupada por los cuatro niños -Howard, Hansi, Astarté Lulú Panthea . y la recién llegada, «la Baronesa», la niña que Ninette había tenido con el propietario de la Abadía- y los tres adultos, Leah, Ninette y Adam Gray Murray, sin mencionar a Arturo Sabatini. Subsistían con lo que podían mendigar o pedir prestado: ya había llegado el invierno, el tejado de la Abadía tenía goteras, y los dos niños varones, habían intentado escaparse. «Los niños», escribe Leah a Mudd, el 29 de enero, «sólo esperan a que vengas para irse, y Hansi piensa que tú eres mi "hijo amantísimo", porque no tienes ninguna otra madre más que yo».

Ninette, en un principio, y Leah, más tarde, se deshicieron en alabanzas con el más que maduro Adam Gray Murray, hermano Virtute et Labore. «Murray es espléndido», escribe Ninette a la Bestia, que sigue en París. «Será un secretario de primera para O. P. V. Antes de su último trabajo era profesor de música, y ya conoces sus problemas. Se halla dedicado por entero a la Orden.» Por supuesto que Crowley ya sabía qué partido podría sacar de Murray. Y, como si Ninette quisiera evitarle una decepción, añade: «Todos los familiares de Murray son pobres». Con respecto a Sabatini Esto es lo que Leah escribe acerca de el: «Dice que es feliz en nuestra Abadía, que le gusta la atmósfera».

El siguiente fragmento es de una carta que Leah envía a Norman Mudd el 23 de enero de aquel mismo año, 1924, desde Cefalú:
“Decir que me sentí contenta al recibir tu carta desde París sería quedarme corta. Los cien dólares que el sábado pasado nos enviara Bill Seaabrook los hemos gastado, o poco menos. Hemos pagado la mitad de la renta. Estoy intentando animar a Carlo a que haga algunas reparaciones necesarias que prometió, aunque si cumple su palabra tendremos que entregarle otras 500 liras. El lechero sigue portándose bien con nosotros, ya que por lo menos le debemos 2.000. Por lo general, los comerciantes son muy amistosos y decentes. No debes preocuparte por nosotros todos estamos muy bien y no nos morimos de hambre-. Ya he dejado de preocuparme por todo. No hago nada que no me guste y Shummy [Ninette] y V. L. [Murray] me están malcriando. Hasta Hansi me trata como si fuese una tonta. Arturo Sabatini es nuestro devoto esclavo. Hace cualquier cosa, desde coger a la Baronesa Isabella hasta [hecharle] una mano a quien lo necesita”.
Desde París, la Bestia pedía a Leah que le enviara heroína; el vendedor de droga de Palermo, Amatore, le permitiría a ella acceder a mayores cantidades. Ya vimos antes la manera en que Leah le contestó a Crowley, leyendo su carta fechada el 14 de enero. Todo era cuestión de dinero:

“No voy a pedírselo a Arturo, que es un chico delicado. Espero que con un poco de dinero en efectivo y otro poco de tiempo, que sea más que el que invertí en el asunto la última vez, pueda persuadir a Amatore a darme más. Arturo no conoce siquiera la palabra H[heroína].

Te dije por carta que le habíamos enviado lo último que nos quedaba a O. P. V. Cuando regresé a casa me encontré a Ninette y V. L. discutiendo si debían o no pagar la renta con las últimas mil liras que les quedaban. Yo dije: «¡No, por supuesto que no! Debemos enviarle a O. P. V. 800 liras, por lo menos, para sacarle de Túnez». Las otras doscientas se fueron en un santiamén y cuando sólo nos quedaban 5 liras, recibimos los 3 dólares que Alma [la hermana de Leah] enviaba para los críos. Estas 66 liras han durado hasta el sábado pasado, cuando recibí los 100 dólares de Bill Seaabrook, a quien escribí en el preciso momento de abandonar Túnez. Como nuestras deudas oscilan entre las 4.000 y 5.000 liras, no sirven de gran ayuda, y mucho menos ahora que Carlo [ el propietario] nos acucia con la renta. De momento hemos pagado una pequeña parte de todas nuestras deudas y no nos queda nada de dinero. (Carta fechada el 28 de enero de 1924.)”.
Este es el texto de otra carta que Leah envía a la Bestia el 30 de enero de 1924:

“No te pongas frenético. La única razón de que estés tan puntilloso conmigo es que yo estoy consagrada a la Ley [de Thelema]. Arturo es una persona querida y siempre se halla al servicio de la familia, como él dice. Y, además, es un amigo fiel.

V. L. sigue dándole a la máquina de escribir, yo creo que demasiado.

No es muy rápido escribiendo, pero sí bastante regular. Es un individuo muy entrañable nos agrada mucho. He pintado el hexagrama azul y rojo en el altar., y quedó bonito. ¡Cómo me molesta tener que darme por vencida con la Chambre des Cauchemars! Paso en ella la mayor parte del tiempo -los niños y Lulette la utilizan para escribir-, tomamos té y, algunas veces vienen todos a estar conmigo, al atardecer, cuando ya me he metido en el saco de dormir. Lulette me dijo que tosía como un león. Es una golfilla bonita y con nervio, además de fascinante. Tiene las dotes de persuasión de Shummy [su madre]. Los chicos son unos desarrapados, que parecen pordioseros, pero, dentro de lo que cabe, son felices. Isabella es un trozo de carne, pero parece una niña muy feliz. En esta atmósfera se respira AMOR, aunque, a veces, no pueda sentirlo a causa del ruido que hacen las crías del ganado.

Sí, encuentra pronto un sitio y déjame que me lleve, por lo menos, a Hermes [Howard, el hijo de Ninette]. Necesita estar lejos de Cefalú y de Shummy”.
La gran simpatía que Leah sentía por Murray se evaporó. El 11 de mayo de 1924, desde París, escribe a Mudd, que está en Londres, que «V. L. necesita una zurra en el trasero». A fines de ese mismo año, analiza la personalidad de Murray y decide que «se encuentra enfermo, a causa de una inflamación del ego». En enero de 1925, resumirá sus observaciones acerca de Adam Gray Murray, con estas palabras, cuidadosamente escogidas: «Le clasifico dentro el tipo más vulgar de la especie de los ermitaños».

La siguiente carta que Leah envía a la Bestia está fechada el 5 de febrero de 1924:

“En lo relativo a la H (heroína), Shummy no confía lo suficiente en Arturo para encargarle el asunto. Volveré a pensar nuevamente en ello y es posible que lo intente una vez más con Amatore. No obstante, pienso que estarías mejor sin ella. Yo he tenido tus mismos síntomas, aunque a pequeña escala: gran cansancio durante algunos días y después O.K. Haré todo lo que pueda para conseguirte un poco.

Sé un niño bueno e intenta olvidar que necesitas H. Si hay la más pequeña posibilidad de conseguirla, te la haré llegar”.
El mismo día envía otra carta a Mudd en la que le dice que «la Bestia parece un poco maltrecho». Sobre todo, lo estaba a causa de la heroína. Pero Leah y el resto de los thelemitas estaban igual que él, lo que explica su desasosiego. Leah intentaba que Mudd fuese a Londres y ella misma a París. Las deudas de la Abadía ascendían a 7.000 liras; y los padres de Arturo le habían dicho que fuera a la escuela. Si se negaba, le echarían de casa.

Otra carta de Leah, quizás una de las más bellas que he leído escrita en la Abadía en febrero de ese mismo año a una amiga suya en los Estados Unidos, Blanche Conn, quien le había enviado algunos dólares junto con algunos según Symonds “sanos consejos -pero, ¿quién hace caso a los consejos ?”-, puede resultarnos interesante, ya que ofrece algunos detalles sobre la actitud de Leah y lo que se fraguaba en su interior:
Querida Blanche Conn,

No disponemos de dinero para todos nosotros. El dinero que enviaste fue utilizado por quien más lo necesitaba, es decir, yo, lo que me permitió disfrutar de unas vacaciones ... Me fui al desierto y me estuve recuperando durante diez deliciosos días. Gracias a los amorosos cuidados de la Bestia pude recobrar buena parte de mi antigua salud, tanta, de hecho, que le permitió a él abandonarme en Túnez, prácticamente sin un centavo, para dirigirse a París en espera del necesario trabajo, o para entrar en contacto, una vez más, con este mundo.

Nosotros adoramos al Sol como fuente de la luz del mundo. Adoramos a Ra-Hoor-Khuit, el Dios de la Guerra y de la Venganza, que es su portavoz en el tercer capítulo del Libro de la Ley, y cuyo profeta es la Bestia 666, comúnmente llamado Aleister Crowley. Pero he de decirte que tu sugerencia de que «debería regresar a casa» me parece una intromisión y una indelicadeza. Y explicas que es para librarme de la esclavitud en que me encuentro. Pues bien, para mí nada hay de eso del «regreso a casa», pues aunque tenga un apartamento, muebles, cristalería, un salario y una excelente casera en la persona de mi madre, no conocí lo que era un hogar hasta que no vine a este lugar. Aquí no tengo posesiones personales -en mi puerta ni siquiera hay cerradura- y personas de todo tipo hablan y pasan temporadas en él, personas con las que no tengo nada en común -y carezco de intimidad, en el sentido habitual de la palabra-, pero soy libre como un pájaro y no soy una libertina.

El hecho de que una posición sea «un refugio» no constituye un punto a su favor. Tú misma sabes que la existencia puede ser un infierno, y que la única razón que uno tiene para aferrarse a ella es que cada vez depende más de las cosas que considera seguras. Así se va desarrollando y alimentando el Miedo a lo Desconocido. Y “el miedo es el fracaso y el forjador del fracaso».
Aunque yo hubiera sido abandonada, rechazada, maltratada, drogada, etc. Ad infinitum, en este atroz «Pozo Infernal de Adoradores del Diablo” preferiría comenzar de la nada que volver a mi elevado salario de supervisora musical.

Estoy acabando rápidamente mi cura y espero estar lista para la acción en muy corto espacio de tiempo. LA SUERTE SÓLO LLAMA UNA VEZ A NUESTRA PUERTA. ¿Estás dispuesta a abrirle la puerta, o tú misma vas a sumirte en esa maraña que está condicionando tu existencia y que acabará dándote la patada final antes de desaparecer para siempre?”
El coraje y la perspicacia de Leah son admirables, pero, después de las calamidades que siguieron, no tardarían en venirse abajo.

Intentó llegar a un acuerdo con los acreedores que tenían prisa en cobrar, y así pudo abandonar la Abadía. Se fue a Roma, y de allí al número 50 de la roe Vavin en París, en donde encontró a su drogado, exhausto y desanimado compañero, la Bestia 666. El 5 de abril escribió a Mudd, que había conseguido llegar a Londres y le acababa de informar que su situación era «desesperanzadora». La carta comienza con una frase de Crowley: «El hermano O. P. V. debe hacer efectiva, en cuanto pueda, la promesa que hizo pública de que defendería a A. C.». Se trata de una de las típicas observaciones de Crowley. A continuación, Leah le explica a Mudd la mejor manera de defender a Crowley: «666 sugiere que podrías acercarte hasta el Sunday Express y apelar a su buena fe, para que reparen por sí mismos el perjuicio que causaron», El 18 de abril, Leah envió a O. P. V. este mensaje de la Bestia: «No he tenido ninguna noticia de Mudd desde hace más de diez días, quizá porque no tiene ni para comprar un sello de correos». Y prosigue: «La Bestia dice: "Tu apariencia de espantapájaros podrá serte de ayuda en tus gestiones con el Sunday Express". Hará caer sobre James Douglas la cólera de Dios cuando te vea medio muerto de hambre y vestido de manera tan desastrada, como resultado de los artículos que él bien sabe que no son sino mentiras».

Como Crowley no buscaba para sí la apariencia de un espantapájaros encargó algunas camisas de seda a Charvet, el camisero parisino, que le había hecho algunas antes de la guerra, cuando disponía del dinero suficiente para gastar en semejantes lujos. Una camisa fue acabada y entregada en la rue Vavin. Ésta es la narración que hace Leah del episodio, escrita el 23 de abril de 1924:

“Cuando bajaba a la cabina telefónica me encontré con un caballero rubio que había visto el día de mi llegada [al 50 de la rue Vavin]. Mi entumecido cerebro dijo «Pilzer» y se negó a trabajar en otros derroteros. Después, en la conversación, descubrí que se trataba de uno de los empleados de Charvet. Si te escriben envíales una nota y diles que yo (llámame Madame, por si sirve de ayuda) no sabía nada de las circunstancias y que evidentemente, como M. Crowley todavía no se había probado la camisa no podía pagar la factura. Así pues, que no continúen con el resto de las camisas hasta que la número 1 haya recibido el visto bueno, ya que M. Crowley está demasiado enfermo en este momento para probarse más camisas. Espero que no te molesten y siento mucho no haber sido más lista a su debido tiempo”.
Aleister reflexionaba sobre si, en la coyuntura en la que se encontraba, escribiéndole a Frank Harris “… Corrupto como soy, de mil maneras, he sido elegido por los «Dioses», «Maestros», «Jefes Secretos», «Guardianes de la Humanidad» (llámalos como quieras, la idea es la misma), para traer a la Tierra la fórmula del Nuevo Eón, la Palabra fundamental que guiará a la Humanidad durante los próximos dos mil años: la Palabra del «Haz lo que Quieras», con todas las implicaciones contenidas en el Liber Legis (que me fuera dictado en El Cairo, hace veinte años, por un personaje invisible).

En muchos aspectos he carecido de fe: en particular, he intentado compaginar esta misión con la vida normal de un gentilhombre inglés. Y los Dioses no lo quisieron. Frustraron mis planes con una severidad que fue en aumento, hasta que me he visto obligado, a fuerza de golpes, puñaladas y privaciones, a cumplir su obra de la manera en que ellos querían que fuese cumplida.

A ti te ocurre algo parecido ... Debes tomar en serio mi Misión, y prestarme todas tus energías -que entonces serán renovadas, como las del águila- para el asentamiento de la ley de Thelema .

Para decido crudamente: el industrialismo-capitalismo se dirige hacia el abismo. Hasta ahora, la única alternativa la constituye el bolchevismo, que tampoco funciona.

Pero ahora, la Ley de Thelema ofrece una tercera vía. En estos últimos años he estado preparando a algunas personas que serán el Cerebro de la especie humana. Hasta ahora he conseguido interesar a un número de personas de cierta relevancia; y la idea de mi pleito (contra el Sunday Express) no es otra que aprovechar la oportunidad que se me brinda para proclamar esta Ley de tal manera que atraiga a todos aquellos que estén dispuestos a largar amarras y abandonar el delirante rebaño, para asumir la condición regia y guiar a la chusma salvaje y desorganizada.

Te aseguro que el mundo se halla preparado para dar este paso. Hasta el corazón de los «triunfadores» suspira por la vaciedad que hay en todas las cosas. Mi pleito me proporcionará la publicidad necesaria; mis intervenciones de apertura y clausura serán proféticas: el Anuncio de la Palabra del Señor. A ti te toca hacer uso práctico de la situación, organizar y distribuir. .. Si lo haces, entonces no habremos vivido en vano.

Por favor, no vayas a pensar que los problemas me han afectado al cerebro. Te envío esta carta por mediación del hermano O. P. V. [Mudd] por lo que puedes pedirle que añada una explicación menos profética.

Amor es la Ley, amor bajo el dominio de la voluntad.

Siempre tuyo, la Bestia 666

Bajo la máscara, grotesca y cansada, de Aleister Crowley".

En aquellos días, una de las predicciones del Oráculo Chino se reveló sorprendentemente exacta. «Se avecina un gran cambio», había dicho el Yi King, y en la mañana del 1 de mayo, después de soñar que él, el Gran Maestro, había tenido éxito al convocar el Sabbat de las brujas en la Noche de Walpurgis, junto con su Mujer Escarlata, fue desahuciado sin ninguna ceremonia de sus aposentos del 50 de la rue Vauvin. En The Confessions, Crowley menciona al propietario y su señora, Monsieur y Madame Bourcier, con mucho afecto y gratitud (le trataron como a un hijo) y los pone como ejemplo, a causa de sus vidas y de su conducta, a todos los ingleses que no soportan a los franceses. "Bourcier tiene una apariencia terrible ... ayer gruñía no se qué cuando se me acercó con la factura que fijaba para su pago una fecha límite»

(Carta de Leah a Mudd del 5 de abril de 1924).

«Hemos estado "en la calle", por hablar de alguna manera, sin el más mínimo equipaje, sólo con una pastilla de jabón», escribe Leah, el 8 de mayo de 1924, a Norman Mudd. «Ayer, después de seis días de visitas a la policía, cónsules y abogados, pudimos rescatar lo más importante del equipaje.» Carecían de dirección fija, puesto que Leah indicó a Mudd que «toda la correspondencia fuera enviada a Edward Alexander Crowley, o a Leah Hirsig, a Lista de Correos, roe Linré, Bureau no 43, París VI, hasta nueva orden». Y añadía un mensaje de Crowley: ¡"Esto dice la Bestia: "Consideras todas mis acciones como si fueran el resultado de bajas acciones, cuando han sido dictadas por el más fantástico y caballeresco espíritu de nobleza que sea posible concebir”.